El movimiento obrero y la lucha sindical que se desarrollaron en Europa y otras partes del mundo desde finales del siglo XIX consiguieron mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras. La burguesía capitalista, por su propia subsistencia, tuvo que ceder ante el miedo a la revolución social y porque un capitalismo que se basa en un crecimiento y producción crecientes, necesita consumidores, y una masa social mayoritaria muy pobre, puede consumir poco.
Es así como se desarrolla lo que conocemos como Estado del Bienestar en las democracias burguesas. Un sistema de bases capitalistas: propiedad privada, crecimiento económico continuo, individualismo, mercado y competitividad, pero que mediante un sistema redistributivo, desarrolla ciertos mecanismos sociales para implantar algunos derechos que la bonitas constituciones y leyes recogen, así aparecen servicios públicos como la sanidad, educación, pensiones o servicios sociales, la legislación laboral, la regulación de la producción y el consumo, etc. Podríamos decir que se trata de un sistema capitalista con influencias del socialismo, o lo que llamamos socialdemocracia, que alcanzó su mayor desarrollo en la segunda mitad del siglo XX solo en algunos países, sobre todo, del norte y centro de Europa. En otros lugares, apenas se desarrolló, y en el caso de España, es que debido al retraso que supuso la dictadura de Franco, llegamos tarde a esas mejoras.
Desde los años noventa del siglo XX, es decir, desde hace unos treinta años, estamos inmersos en un proceso de desmantelamiento de ese “estado del bienestar”. En una sociedad de mercado, el poder político se deriva del poder económico, por lo que la política, es decir, los gobiernos e instituciones políticas, estarán dominadas por y al servicio de las oligarquías económicas, que están desarrollando su agenda neoliberal, un “nuevo capitalismo”, que es igual que el viejo, con el mismo principio que ya explicitó el propio Adam Smith: “todo para nosotros y nada para los demás”, utilizando diferentes recursos para adaptar los procesos políticos a los intereses económicos de esas elites, es decir, de las grandes corporaciones industriales, financieras o tecnológicas, cuya avaricia no tiene límites, queriendo aprovechar la situación de que la oposición a esas pretensiones está anestesiada.
Y es que la burguesía ha sabido hacer su trabajo. Mediante la cultura, la educación, el manejo mediático y cierto bienestar de parte de la sociedad, ha conseguido inocular la ideología capitalista en gran parte de la clase trabajadora, que por su propia lógica debería ser socialista, es decir, partidaria de distribuir el poder político y la riqueza económica en la sociedad. Y como consecuencia de ello, el movimiento obrero y la lucha sindical han perdido protagonismo, hecho al que han contribuido organizaciones políticas y sindicales que colaboran con el sistema a cambio de prebendas que les permiten mantener sus estructuras burocráticas.
¿Cómo se lleva cabo el desmantelamiento de los derechos sociales conquistados?
La estrategia es siempre la misma, recortar el gasto en lo público, en sanidad, educación asistencia social, pensiones, dependencia, gestión de residuos, y otros servicios públicos, reducir recursos, para deteriorarlos a conciencia, y decir que no funcionan bien, presentando su privatización como solución, pero, esa era la intención desde el comienzo, ofrecer esos servicios públicos al mercado para beneficio de las empresas privadas que trabajan en esos sectores, es decir, favorecer los intereses de esos grupos y lobbies de poder económico en detrimento de la mayoría social, sobre todo de los sectores sociales más desfavorecidos, que si no se remedia, tendrán unos servicios públicos meramente asistenciales, precarios y con escasos recursos, mientras las empresas privadas aumentan sus beneficios económicos con lo que obtienen mediante conciertos con las instituciones pública y los recursos de las personas y familias que puedan costarse esos servicios privatizados. Además, la privatización también supone un deterioro en las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras de esos servicios, con peores salarios, mayor jornada de trabajo, más exigencias empresariales y menos derechos. En definitiva, el deterioro de los servicios públicos suponen un retroceso social y una pérdida en derechos sociales.
Desde la clase dominante y sus estructuras de poder cultural y mediático se nos quiere transmitir que eso de las ideologías y las clases sociales son cosas del pasado, que ya vivimos en el mejor de los mundos posibles y que protestar para mejorar la sociedad ya no tiene sentido, aunque saben que eso es mentira, por eso criminalizan la protesta social, con fuertes medidas policiales y judiciales para quienes se atrevan a exigir más de lo que el sistema de poder establecido está dispuesto a dar. En otras época, para que te consideraran extremista o radical tenías que ser partidario de la revolución social, de expropiar los medios de producción a la clases burguesa e instaurar un sistema socialista, anarquista o comunista, pero ahora, es revolucionario, se considera radical y extremista, a quien exige que se cumpla los derechos recogidos en una constitución burguesa, es decir, pedir que las personas tengan asegurada la subsistencia, un trabajo, una vivienda, una pensión, atención sanitaria, educación, derechos laborales, entre otros derechos básicos recogidos en las leyes.
Por muchos cuentos que nos quieran transmitir, la realidad está ahí, la desigualdad, la pobreza, la explotación laboral y social, las clases sociales con diferentes derechos y oportunidades, trabajadores y trabajadoras que a pesar de tener un salario tienen que acudir a la asistencia social o a la caridad para seguir adelante, millones de personas que no pueden acceder a una vivienda porque, como otros bienes sociales, se ha convertido en un bien de mercado, sometido a la especulación, etc., y por lo tanto, la lucha social, el movimiento obrero, siguen siendo necesarios, imprescindibles, para avanzar en justicia social. Y mientras la clase trabajadora, la mayoría social, no tome conciencia de esto, la agenda neoliberal seguirá adelante desmantelando derechos que han costado años de lucha y sangre.